En el día de hoy, una marcha convocada por sectores de izquierda, radicales y kirchneristas, bajo la excusa de “defender la educación pública”, se transformó en un episodio violento y de clara manipulación política.
Los manifestantes, lejos de estar motivados por una genuina preocupación por la educación universitaria, fueron parte de una estrategia organizada para desestabilizar al Gobierno de Javier Milei.
Luego de rechazar la propuesta de aumento salarial para los docentes universitarios, ofrecida por el Gobierno, en una movida política coordinada, los manifestantes de izquierda marcharon en las calles.
La presencia de dirigentes como la expresidente condenada por corrupción, Cristina Kirchner, y el ex ministro de Economía, Sergio Massa, responsable directo de la crisis económica, puso en evidencia que el motivo real de la movilización estaba lejos de ser la supuesta “defensa de las universidades“.
La participación de Massa, quien en 2022 como superministro de Economía recortó $70.000.000.000 al presupuesto del Ministerio de Educación, revela la hipocresía de quienes ahora buscan beneficiarse políticamente de esta situación.
La marcha es más que una excusa para atacar al gobierno, con la izquierda, el kirchnerismo y el radicalismo uniendo fuerzas en un intento por desestabilizar a Javier Milei.
Lo más preocupante es que esta marcha, que se promocionaba como “pacífica y legítima“, estuvo marcada por actos de violencia.
Imágenes difundidas en redes revelaron a militantes kirchneristas llevando piedras, listas para ser utilizadas contra la Policía, mientras también circularon videos de manifestantes prendiendo fuego a contenedores de basura, algo que no parecería ser en “defensa de la educación“.
Estas imágenes demuestran que los sectores opositores nunca les importó la educación y no dudan en recurrir a la violencia para imponer su agenda política.
Las autoridades del Gobierno, como el subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro Álvarez, fueron claros al señalar que detrás de las reivindicaciones educativas se esconde una estrategia política.
“La política metió la cola“, afirmó Álvarez, refiriéndose a cómo se está utilizando a los estudiantes como herramienta de presión y extorsión contra el Ejecutivo.
Es evidente que esta marcha no fue organizada en defensa de la educación universitaria, sino para debilitar al gobierno democrático.
La presencia de organizaciones violentas como La Cámpora, la CGT y la CTA, que poco tienen que ver con la comunidad universitaria, y la utilización de los estudiantes para servir intereses partidarios, demuestran que los verdaderos objetivos de la marcha estaban lejos de ser educativos.
El Gobierno de Javier Milei sigue comprometido con mejorar las condiciones de las universidades y ya realizó numerosas propuestas concretas para aumentar los salarios docentes. Sin embargo, las marchas violentas y los intentos de desestabilización solo buscan generar caos.
Fuente: Derecha Diario