El presidente argentino Javier Milei formó parte de la Cumbre de Líderes del G20 en Río de Janeiro. La primera actividad de los líderes mundiales fue el Plenario de Jefes de Estado.
En dicha actividad, los mandatarios discutieron temas como la lucha contra el hambre y la pobreza, así como la reforma de las instituciones de gobernanza global.
En este contexto, el presidente Milei dio un discuso en la Sesión II, que trataba la “Reforma de las instituciones de gobernanza global“.
El discurso del presidente
Transcripción del discurso:
Estimados integrantes de esta asamblea.
Los organismos y foros internacionales que hoy articulan la comunidad internacional, se crearon con el espíritu de que todas las naciones involucradas pudieran reunirse para cooperar de forma voluntaria, en calidad de iguales y autónomos, para, entre otras cosas, salvaguardar los derechos básicos de las personas.
Esto está grabado en piedra en el artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que consigna que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
Sin embargo, hoy, a casi 70 años de haberse inaugurado este sistema de cooperación internacional del que nosotros los presentes y el resto de las naciones del mundo participan, es hora de reconocer que este modelo está en crisis, porque desde hace tiempo está en falta con su propósito original.
En primer lugar, porque hemos fracasado en cumplir con el mandato de cooperación internacional voluntaria entre iguales.
Hoy, lo que rige en la comunidad internacional es un esquema de imposición. No uno de cooperación simétrica y autónoma.
En segundo lugar, y más importante aún, porque muchas de las políticas promovidas con insistencia por la comunidad internacional vulneran los derechos más básicos de los ciudadanos del mundo, que son el derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada.
Pensando en la consigna de esta exposición, creo que el concepto de “gobernanza global” se ha convertido en la etiqueta de este fracaso.
Porque hoy, aunque varios no se animen a decirlo a viva voz, somos muchos en la comunidad internacional para quienes “gobernanza global” es sinónimo de imposiciones de todo tipo a nuestras naciones y nuestros ciudadanos.
Desde barreras a la producción y el comercio, hasta mandatos de censura a la expresión libre, pasando por imposiciones culturales y condicionamientos en el acceso al mercado de crédito.
El problema es que estas definiciones no son acuerdos entre partes sino exigencias, porque se fustiga a quien osa tener una mirada propia.
Para nosotros el consenso siempre parte del saludable desacuerdo y debate vigoroso. Pero hoy, el desacuerdo escandaliza, y el debate no es ni vigoroso ni saludable. No hay igualdad soberana que lo permita, y, en consecuencia, el régimen internacional se convierte en un corsé que nos asfixia.
La prueba es que, en distintos ámbitos, nos han llegado a acusar de promover discursos de odio, de antidemocráticos o de ser un peligro para los derechos humanos, meramente por tener una opinión disidente.
Esto quiere decir que los mecanismos de gobernanza global no ofrecen un canal de conversación entre semejantes. Ofrecen solo dos caminos: sumisión o rebeldía.
Bueno, antes que ser esclavos, nosotros preferimos la rebeldía. Así que voy a aprovechar esta oportunidad para esclarecer la posición de esta administración acerca de algunas consignas de la mal llamada “gobernanza global”.
Si se trata de restringir la libertad de opinión, no cuenten con nosotros.
Si se trata de transgredir el derecho a propiedad de los individuos a través de impuestos y regulaciones, no cuenten con nosotros.
Si se trata de limitar el derecho de los países a explotar libremente sus recursos naturales, no cuenten con nosotros.
Si se trata de inventar privilegios de sexo, de raza, de clase o cualquier minoría, y negar el principio de igualdad ante la ley, no cuenten con nosotros.
Si se trata de imponer mayor intervención estatal en la economía, no cuenten con nosotros.
Creemos que la cooperación internacional puede ser provechosa para todos, sí, pero para eso es imprescindible respetar la soberanía de las naciones y los derechos individuales de sus ciudadanos.
En eso consiste, a fin de cuentas, nuestra agenda de la libertad. y es el norte que creemos debería tener cualquier esfuerzo de reforma para las instituciones de gobernanza global.
Tal como en el siglo XX hubo una carrera espacial, sostenemos que en las próximas décadas veremos otra carrera. Una carrera fiscal y desregulatoria, donde prosperarán los países que salvaguarden la libertad de los individuos. Los que liberen las fuerzas productivas. Los que premien la innovación en vez de castigarla. O sea, los que atiendan aquellas verdades que en las últimas décadas la comunidad internacional ha dejado de lado.
Nosotros hoy asumimos el compromiso de estar a la vanguardia de esa carrera.
Y mantenemos la fe y esperanza de que la comunidad internacional se reencontrará con los principios que le dieron vida: la cooperación voluntaria de naciones soberanas en calidad de iguales, en defensa de la libertad de los individuos.
Muchas gracias a todos.
Fuente: Derecha Diario