El observatorio meteorológico Metsul de Brasil advirtió sobre la inminente llegada de una lluvia negra que podría afectar partes de Argentina, Uruguay y Brasil en los próximos días. En algunos países vecinos, ya comenzaron a presenciarse las primeras caídas de esta particular precipitación.
¿Qué es la lluvia negra?
Este fenómeno ocurre cuando una columna de humo, generada por incendios en el norte de Sudamérica, se mezcla con un frente frío, dando lugar a lluvias contaminadas con hollín.
Según fuentes oficiales, las condiciones actuales sugieren una alta probabilidad de que este fenómeno tenga lugar durante el próximo fin de semana, momento en el cual la atmósfera y la acumulación de humo en el aire serán propicias para su desarrollo.
El hollín es una partícula compuesta principalmente de carbono, resultado de la combustión incompleta de materiales orgánicos y combustibles fósiles. Estas partículas, de tamaño pequeño, pueden permanecer en el aire durante largos periodos de tiempo y recorrer grandes distancias.
La lluvia negra se produce cuando el hollín y otras partículas contaminantes en la atmósfera se combinan con la humedad de las nubes, ocasionando lluvias que pueden contener altos niveles de contaminación.
Aunque el agua de lluvia no necesariamente se ve negra, la presencia de hollín indica un alto grado de polución, lo que puede tener consecuencias graves en cuerpos de agua, suelo y vegetación.
El término “lluvia negra” hace referencia a eventos similares, como los ocurridos en Hiroshima tras la explosión de la bomba atómica en 1945, cuando la lluvia recogió polvo y hollín de la atmósfera.
Incendios históricos en el Amazonas
A pesar de la propaganda del dictador socialista Luiz Inácio Lula da Silva, quien se ha presentado en numerosas ocasiones como un “ambientalista“, la realidad en la Amazonía cuenta una historia muy diferente. Bajo su gobierno, el pulmón del planeta está sufriendo niveles críticos de deforestación e incendios que no se veían en más de 20 años.
El Instituto del Hombre y el Medio Ambiente de la Amazonía (Imazon) informó que la deforestación en el primer trimestre de este año ha alcanzado los peores niveles desde 2008. Los datos son alarmantes: 867 kilómetros cuadrados de bosque han sido destruidos, lo que equivale a casi 1.000 canchas de fútbol por día.
En febrero de 2024, el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) registró que la cantidad de kilómetros cuadrados deforestados de la Amazonía era casi el doble de los destruidos durante el mismo mes en 2022, bajo el gobierno de Jair Bolsonaro.
La aceleración de la deforestación es especialmente crítica en algunos estados como Maranhão, donde la destrucción del bosque aumentó un 125% en solo un año, con 9 kilómetros cuadrados devastados en lo que va de 2024. Estos datos exponen las mentiras de Lula al proyectar una imagen de su gobierno como “líder en la lucha contra el cambio climático”.
Incendios forestales y sus efectos devastadores
A la crisis de la deforestación se suma el devastador incremento en los incendios forestales. Desde enero de 2024, la Amazonía ha registrado 59 mil focos de incendio, la cifra más alta desde 2008, y aún podría aumentar dado que el recuento continúa mes a mes. Este número récord refleja el fracaso y la mentira de los compromisos de Lula en materia ambiental, ya que el país enfrenta su peor momento en términos de incendios forestales y deforestación.
El impacto de los incendios ha sido particularmente evidente en ciudades como Porto Velho, capital del estado de Rondonia, que ha sido cubierta por una densa capa de humo. Con 460.000 habitantes, Porto Velho registró la peor calidad del aire entre todas las grandes ciudades de Brasil, según datos del organismo de monitoreo independiente IQAir.
Tayane Moraes, una residente de la ciudad, expresó su frustración diciendo: “Nos cuesta respirar”, en referencia a la espesa neblina que ha teñido el cielo de gris oscuro, resultado directo de los incendios que están devorando la selva tropical más grande del mundo.
Mientras el gobierno de Lula no toma medidas efectivas, la combinación de incendios y deforestación en la Amazonía está generando graves consecuencias, no solo para la biodiversidad y las comunidades locales, sino también para los esfuerzos globales por frenar la destrucción innecesaria del medio ambiente.
A pesar de las falsas promesas del dictador Lula sobre “proteger” este valioso ecosistema, los datos muestran una tendencia alarmante que contradice el mensaje de su gobierno. El futuro de la Amazonía, bajo estas circunstancias, parece incierto. Mientras los incendios continúan expandiéndose y la deforestación no muestra signos de desaceleración, se hacen evidentes las mentiras del dictador brasileño.
Fuente: Derecha Diario