La situación en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) se intensificó en los últimos días, en un contexto marcado por las protestas de grupos de extrema izquierda en rechazo al veto del presidente Javier Milei a la ley de financiamiento universitario, que buscaba quebrar al Estado.
En esta tensa situación, el ambiente de protesta no estuvo exento de violencia. En una de las intervenciones, durante una asamblea estudiantil, un estudiante libertario fue brutalmente agredido por un desquiciado militante de izquierda.
El incidente ocurrió en la Facultad de Ciencias Exactas, donde el estudiante, que se manifestaba en contra de la toma de la facultad y de los paros, recibió un golpe sorpresivo en la cara.
Este ataque, realizado a traición, no solo refleja el ambiente hostil en el que se están llevando a cabo estas protestas, sino que también pone de relieve la notable tendencia de los grupos de izquierda a recurrir a la violencia para silenciar a quienes no comparten su ideología.
Los estudiantes libertarios, que tomaron una postura clara en contra de la violencia y el extremismo, denunciaron la agresión en las redes sociales, afirmando que “no nos van a callar“.
La brutalidad del ataque generó una rápida respuesta policial, que detuvo al agresor junto a otros violentos miembros del grupo de izquierda presentes en la escena. La violencia de este tipo no es un incidente aislado, sino parte de una preocupante tendencia que ha visto un aumento en la agresión física y verbal por parte de grupos de izquierda contra quienes se atreven a expresar opiniones diferentes.
Es alarmante que, en una universidad que debería ser un espacio de intercambio de ideas y debate constructivo, se esté normalizando la agresión como una herramienta para imponer el silencio. La intolerancia y la violencia por parte de la izquierda solo sirven para demostrarle a la sociedad lo que verdaderamente son: unos delincuentes.
Las autoridades universitarias son cómplices, ya que permiten que este tipo de agresiones sucedan y no toman ninguna medida para evitarlas. La educación no puede prosperar en un ambiente de hostilidad y miedo, en donde una opinión puede hacer que te maten.
La situación en la Universidad Nacional de Rosario es un nuevo llamado de atención sobre la creciente violencia de la izquierda, que ven en las agresiones físicas un método para imponer sus ideas.
Fuente: Derecha Diario