En 1973, durante conversaciones con el enviado principal Henry Kissinger, el dictador comunista chino, Mao Zedong, sugirió la idea de regalarle 10 millones de mujeres chinas a Estados Unidos, según documentos desclasificados en 2008.
El líder del Partido Comunista chino consideraba que esta emigración podría no solo fomentar el comercio bilateral, sino también “perjudicar” a Estados Unidos con una explosión demográfica similar a la de China, según los documentos publicados por el Departamento de Estado que cubren las relaciones entre Estados Unidos y China de 1973 a 1976.
En una extensa charla que se extendió hasta bien pasada la medianoche en la residencia de Mao el 17 de febrero de 1973, el dictador chino, mientras fumaba puros, hizo referencia al deficiente comercio entre las dos naciones, afirmando que China era un “país extremadamente pobre” y que “lo que tenemos en abundancia son mujeres“.
Inicialmente, Mao propuso enviar a “miles” de mujeres, pero luego elevó la cifra a “10 millones“, lo que desató risas en la reunión, en la que también estuvo presente el ex primer ministro chino, Zhou Enlai.
Kissinger, quien en ese momento desempeñaba el cargo de asesor de seguridad nacional del presidente Richard Nixon, comentó a Mao que Estados Unidos no tenía “impuestos” ni “aranceles” para las mujeres chinas, lo que generó aún más risas.
Posteriormente, Kissinger intentó destacar ante Mao la amenaza que representaba la Unión Soviética y otros problemas globales, mientras buscaba sentar las bases para restablecer las relaciones diplomáticas un año después de la histórica visita de Nixon a China.
La insistencia de Mao con el envío de mujeres
Sin embargo, Mao volvió a enfocar las conversaciones en el tema de las mujeres chinas. “Déjenlas ir a su país. Causarán problemas. Así, ustedes podrán aliviar nuestras cargas“, comentó entre risas Mao. “¿Quieren a nuestras mujeres chinas? Podemos ofrecerles diez millones“, añadió. Kissinger observó que Mao estaba “mejorando su oferta“.
El dictador comunista continuó: “De este modo, podemos permitir que inunden su país con problemas y, así, dañar sus intereses. En nuestro país tenemos demasiadas mujeres, y ellas tienen su forma de hacer las cosas“, y añadió: “Ellas traen al mundo niños, y nuestros hijos son demasiados“.
Kissinger, con su habilidad diplomática, pareció darle la vuelta a la situación respondiendo: “Es una propuesta tan innovadora que tendremos que estudiarla“.
Luego, ambos líderes hablaron brevemente sobre la amenaza de la Unión Soviética, y Mao expresó que esperaba que Moscú atacara a China y fuera derrotado. Pero Mao volvió a lamentarse: “Tenemos tantas mujeres en nuestro país que no saben luchar“.
El viceministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Haijung, que estaba presente en la reunión, advirtió entonces a Mao que si los registros de la conversación se hicieran públicos, “provocaría la indignación popular“. Ante esto, Kissinger coincidió con Mao en eliminar los registros.
Pero cuando Kissinger bromeó diciendo que mencionaría el tema en su próxima conferencia de prensa, Mao replicó: “No le temo a nada“. “De todos modos, Dios ya me ha enviado una invitación“, agregó el dictador chino, quien tosió repetidamente durante las conversaciones.
Fuente: Derecha Diario